Desde tiempos inmemoriales, los diamantes han sido mucho más que piedras preciosas, únicas y bellas, y han sido símbolos de divinidad, protección, poder, compromiso y amor. La dureza y brillo de los diamantes han cautivado, a lo largo de la historia, a civilizaciones antiguas, soldados, monarcas y enamorados.
En este artículo nos proponemos explicar cómo las gemas han atesorado y expresado tantos significados a lo largo del tiempo, desde la creencia en la Antigua Grecia de que los diamantes son lágrimas de los dioses, hasta el símbolo democrático de amor eterno en que se convirtió en el siglo XX, o la libertad para atribuirle el sentido que cada uno desee en el nuevo milenio.
Los diamantes de laboratorio de origen único ejemplifican las inmensas posibilidades para atribuir nuevos significados a estas piedras preciosas. Para los seguidores de un club de fútbol, los diamantes elaborados a partir del césped del estadio que tanto idolatran, transmiten, a través de su belleza natural y su procedencia exclusiva, todos los sentimientos que proyectan hacia el club de su corazón.
Diamantes de la colección Etern Spotify Camp Nou
Desde la antigüedad, los diamantes han simbolizado valores y emociones diferentes. Analizamos qué percepción hemos tenido de los diamantes a lo largo de la historia.
Origen de la palabra ‘diamante’: poder y fuerza
La etimología de diamante relaciona la palabra con los conceptos fuerza y poder. El término diamante proviene del griego adamas, que significa inconquistable e indestructible. Estos significados aluden a dos nociones. La primera, la incapacidad de los humanos, de vida efímera, de poseer de verdad algo que es eterno. Y la segunda noción es la durabilidad y resistencia de esta piedra preciosa. En la antigüedad no se conocía ningún material más resistente que el diamante.
En su tratado Naturalis historia, en el siglo I d.C., Plinio el Viejo escribe que adamas es «la sustancia con mayor valor, no solo entre las piedras preciosas, sino entre todas las posesiones humanas».
Primeros diamantes en India: significado divino y protector
Se cree que los primeros diamantes se descubrieron en India hace unos 2.500 años, en la región de Golconda. Los diamantes eran considerados como objetos divinos por las clases gobernantes y tenían una función de talismán que llegó a ser vigente hasta la Edad Media.
La mitología hindú veneraba los diamantes como amuletos protectores contra el fuego, el veneno y los malos espíritus. En esta cultura estaban convencidos de que estos minerales se formaban cuando un rayo impactaba en una roca.
En el Antiguo Egipto, se colocaba una gema en el centro del ankh, la llave de la vida o cruz de la vida. Este amuleto no solo representaba la vida, sino que al mismo tiempo era el símbolo jeroglífico que la evocaba.
Antigua Grecia y Antigua Roma: lágrimas divinas o fragmentos de estrellas
¿Qué significado tenían los diamantes para los griegos y romanos de la antigüedad?
- Antigua Grecia. En la Antigua Grecia, se consideraba que estas piedras preciosas eran lágrimas de los dioses o fragmentos de estrellas caídas a la Tierra, interpretaciones que fueron adoptadas también por la cultura romana. La visión más insólita era la del influyente filósofo griego Platón, que sostenía que los diamantes eran seres vivos que daban forma a espíritus celestiales. Como curiosidad, en la mitología griega Perseo decapita a Medusa con una hoz con hoja de diamantes.
- Antigua Roma. Los romanos creían que los diamantes les daban invencibilidad. Por esta razón, las gemas podían formar parte de la armadura en el campo de batalla, una práctica que heredaron los caballeros medievales. Los romanos apreciaban enormemente estas piedras preciosas, tanto por su belleza natural como por su escasez. Como solo se importaban en pequeñas cantidades desde la India, su exclusividad las convertía en objetos de gran valor en la sociedad romana.
Edad Media: símbolo de estatus y poder
En la Edad Media, cuando a partir del siglo X se dinamizaron las rutas comerciales, los diamantes se convirtieron en un símbolo de estatus y de poder. En esta etapa histórica es cuando, por primera vez, las gemas fueron consideradas símbolos del matrimonio.
La percepción del diamante como símbolo de riqueza y como mineral (o joya) con valor por sí mismo, sin necesidad de simbologías, nació en este momento histórico.
El diamante como símbolo de poder en coronas
Los diamantes empezaron a representar el poder de reyes y reinas en Europa, un significado que enlazaba con la idea de divinidad. El diamante como símbolo de poder surgió en el siglo XI. En 1074, por primera vez, un diamante fue la joya central de una corona, en concreto de la corona de la reina húngara (ver foto que encabeza este artículo). Esta gema simbolizaba dominio, superioridad y estatus. Además, fue el primer ejemplo conocido de un diamante utilizado en joyería. Desde el punto de vista político, otro importante simbolismo asociado a los diamantes era el de lealtad cuando eran obsequiados.
El origen del anillo de compromiso
Las élites de la Edad Media dieron al diamante un significado romántico por primera vez. Nació la idea del anillo de diamantes como símbolo de compromiso. En 1286, Guillaume Durand escribió en su manual de sacerdote que «el diamante es irrompible y el amor, eterno y más fuerte que la muerte, por lo que es idóneo para ser llevado en el dedo anular, la vena del cual viene directamente del corazón». La realeza y la aristocracia de la Baja Edad Media sentaron las bases para la percepción del diamante como un símbolo de amor genuino y duradero, una idea que experimentó un significativo impulso en el siglo XX.
Durante la Edad Media, los diamantes siguieron siendo un amuleto, gracias a la creencia de que tenían propiedades místicas y medicinales. Se percibían como agentes curativos y piedras milagrosas para tratar dolores de estómago, pérdida de memoria, trastornos mentales, enfermedades de la piel y más afecciones.
Los significados del diamante desde el Renacimiento hasta la Belle Époque
La ruta marítima que Vasco da Gama trazó entre Europa y la India (1497) facilitó el acceso a los diamantes entre los más poderosos y acaudalados en Occidente. En 1520 se inventó la talla rosa, un procedimiento que contribuyó aún más al potencial comercial de estas piedras preciosas. Además, se fueron abriendo nuevas minas en Brasil, Australia, Rusia y Sudáfrica.
A partir del Renacimiento, tomó fuerza la idea de que una joya especial y única necesita la inclusión de un diamante.
Con la Ilustración, los diamantes siguieron siendo un símbolo de poder político, asociado a una corona o una joya. Pero, por otro lado, pasaron a ser más accesibles para unas clases burguesas en ascenso. La interpretación mitológica del diamante daba paso a una visión más moderna, de símbolo de riqueza, buen gusto estético y sofisticación, o de joya a ser deseada por su insuperable belleza natural.
En la Belle Époque, desde finales del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial, los diamantes perdieron algo de exclusividad a causa del descubrimiento de grandes depósitos de gemas en Sudáfrica en la década de 1870. Así que las élites se volcaron también en piedras aún más singulares, como safiros, rubís y esmeraldas. Pero la visión del diamante como joya de estatus y de estética depurada no se diluyó en absoluto. De hecho, la Belle Époque, tan caracterizada por el refinamiento y la feminidad, fue una etapa histórica propicia para estas piedras preciosas.
Siglo XX: estatus, estética y amor
En el siglo XX, el diamante retuvo muchos de los significados que se le habían atribuido durante los siglos precedentes: poder, estatus y sentido estético. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, el eslogan de la empresa del sector De Beers, A diamond is forever (1947), inauguró una interpretación moderna del diamante como joya del amor.
Los diamantes, que desde finales del siglo XIX eran objetos de deseo tanto de Maharajás como de magnates industriales estadounidenses, acabaron siendo accesibles, a partir de la segunda mitad del siglo XX, entre muchas más capas de la población.
Diamantes con una diversidad de significados
El diamante ha dejado de ser un talismán o una piedra preciosa reservada a la realeza, para convertirse en una forma de celebración. Hoy celebramos con un diamante el amor por una persona, un compromiso, un sentimiento o, simplemente, una aspiración estética.
En las últimas décadas, hemos dado a las gemas tantos significados como hemos querido. Los diamantes de laboratorio, que permiten celebrar y reverenciar un sentimiento tan fuerte como el amor en todas sus formas y expresiones, han favorecido la interpretación de estas piedras preciosas desde nuevas perspectivas.
Con las mismas propiedades físicas, químicas y ópticas que las gemas extraídas de una mina, los diamantes de laboratorio son una alternativa ética y llena de nuevos significados para los consumidores del presente y del futuro.
Atribuimos más significados al diamante. Lo que no ha cambiado desde la primera extracción de una gema en India hace 2.500 años es la capacidad de su belleza natural para inspirarnos.